Discurso Día del Abogado a cargo del Vicepresidente de la Institución: Carlos Cesar Casal

Los argentinos celebramos el Día del Abogado el 29 de Agosto, por haber nacido en esta fecha, en 1810, Juan Bautista Alberdi.
Alberdi con su obra, nos diagramó la estructura constitucional de la república. Impuso la idea de que solo con libertad y justicia los estados pueden obtener la prosperidad. Alberdi nos dejó a los abogados la mejor de las lecciones: defendió la paz y el sistema republicano, aun al costo de sufrir en carne propia el destierro y las persecuciones.
Por ello, Alberdi decía: “El gobierno es una necesidad de civilización porque es instruido para dar a cada gobernado la seguridad de su vida y de su propiedad. Esta seguridad se llama libertad, luego, el objeto del gobierno que es la libertad, es el más noble y santo en sí mismo, cuando llena su deber esencial que es proteger la seguridad de la vida y de los bienes de todos y cada uno de los gobernados, sustancia y meollo de la libertad”.
Asimismo, afirmaba Alberdi, que la libertad es el medio, no el fin de la politica constitucional, y que no hay más que un sistema para reglamentar la libertad en beneficio de todos los habitantes, sin excepción; el sistema que garantiza que la libertad de de los unos no perjudique la libertad de los otros, porque salir de ahí no es reglamentarla, sino oprimirla.
Precisamente, y cuando se invoca la figura de este prócer, es cuando se pretende, describir o significar lo que representa el abogado en nuestra sociedad, un compromiso y una responsabilidad, que debe forjar nuestra profesión y sobre todo nuestra personalidad, porque Alberdi nos marcó los intereses propios de los abogados, que no se limitan solo al ejercicio profesional, sino también a la preocupación por nuestras instituciones republicanas.
Un abogado, debe estar preparado para defender la paz, la justicia, la igualdad, la libertad, los derechos y valores del hombre. Nuestra profesión debe estar expectante y dispuesta a defender el estado del derecho, la democracia y la República.
Por ello, este ilustre pensador político y jurista de fuste, expuso con claridad, cuáles son los fines esenciales del Estado: la seguridad, el libre ejercicio de la propiedad privada y la libertad para elegir los objetivos de nuestra vida.
La libertad, preocupación e inspiración de grandes pensadores, es la que nos permite elegir los objetivos de nuestra vida, de nuestra profesión y de nuestra trascendencia, por ello la importancia de un ejercicio profesional, con valores y respeto hacia los intereses de los otros, que nos brinde la transparencia de poder elegir y defender nuestro juramento.
La ética, en la tarea de abogar, es la que debe sostener cada una de nuestras decisiones, cada firma, cada repuesta, cada consulta, no solo en un acto, sino con presencia permanente, manifestándose e imponiéndose a cada instante, por encima de flaquezas, egoísmos y ambiciones personales.
La ética en la abogacía, debe ser, tal como lo describía, un abogado, pensador y poeta, el Dr. Horacio Vero; “ La ética ha de ser, un refugio inexpugnable, un bien que no tiene precio, una bandera innegociable flameando orgullosa y libre al conjuro del viento de la paz, la justicia y la libertad.”.
La sabiduría , vigencia y trascendencia de la obra de Alberdi, es la que nos debe iluminar a los abogados y principalmente a nuestro Colegio de Abogados de Tucumán, para cumplir con nuestro deber y expresarnos en tiempo y forma en protección del estado de derecho, la democracia, las garantías de los ciudadanos, la igualdad de oportunidades, el ejercicio profesional digno y enmarcado en las normas de la ética y en contra de las prácticas corruptas a modo de una cultura enquistada en la gestión dentro de los poderes del estado.
Hoy no se nos permite alejarnos de la realidad, pero sí podemos observarla tomando distancia de la coyuntura, y concentrándonos en el fortalecimiento de las instituciones.
Por ello la importancia de los abogados en defensa del estado de derecho, aún hoy donde el Estado se encuentra muy lejos de cumplir estos fines. No hay seguridad individual, y el personalismo destruye la independencia de los poderes, base de toda república.
Cada uno de nosotros y mediante nuestro colegio de abogados, debemos mantener la fortaleza y no perder la objetividad, para poder concentrarnos en los temas permanentes de la lucha por la vigencia del derecho y la dignidad de nuestra profesión.
Es pertinente, en estos acontecimientos recordar las palabras del maestro Couture:
“Ten fe en el derecho como el mejor instrumento para la convivencia humana, en la justicia como destino normal del derecho, en la paz como sustitutivo bondadoso de la justicia, y sobre todo ten fe en la libertad, sin la cual no hay derecho, ni justicia, ni paz”.
Hagamos de nuestra profesión una actividad que nos permita mirar a nuestros hijos a la cara y transmitirles el orgullo de ser abogado.
Carlos Cesar Casal